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Una luz en la oscuridad Cap.90

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Pasados unos minutos la arcanista deshizo el muro de hielo y salió más calmada. Los demás, entretanto, se habían dedicado a consumir una ración de sus provisiones y a prepararse para el viaje, cada uno a su modo: Kormac afilando su hacha; Lyndon, dado que la arcanista no se veía por ahí, había regresado y se encontraba revisando sus virotes; Gilgamesh seguía meditando; Eirena practicando hidratación frutal y las santeras divirtiéndose más que nada, ya que Coyolxauhqui estaba demasiado distraída como para contactarse con los espíritus.

Natasha: ¿Aún no ha llegado la sabandija escurridiza?
Lyndon: ¿Ah? ¿A quién te refieres?
Coyolxauhqui: ¿Lyndon? Él está ahí.
Natasha: Je. Me refería a la chica-flecha.
Lyndon: ¿Aún le tienes ganas?
Natasha: ¿Qué dijiste, Lyndon?
Lyndon: De lanzarle un conjuro, me refiero. Por supuesto.
Natasha: Hmph.
Eirena: No la he visto desde... Bueno, desde que la estabas persiguiendo.
Natasha: Esa zorra. Mira que hacernos esperar...
Gilgamesh: Crreo que fuiste tú quien había pedido diez minutos extrra.
Natasha: Sí, para darle tiempo para que llegara. Y aún así llega tarde.
Kormac: Es extraño. Ella suele ser la que más nos insta a que continuemos.
Lyndon: ¿Quizás partió por su cuenta?
Eirena: ¡Ella no nos abandonaría así!
Natasha: ¡Eh, chica flecha! ¡Trae tu gordo trasero aquí o nos vamos sin ti!
Lyndon: ¿Crees que te escuchará?
Natasha: ¿Alguna idea mejor?
Alice: Hmph, veo que al fin están listos.

La cazadora se bajó de uno de los carromatos de la caravana. Tenía los ojos algo somnolientos, pero aún así se mantenía alerta.

Natasha: Pues vaya. La que más se quejaba de que me hacía de rogar llega tarde. ¿Dónde estabas?
Alice: Durmiendo un rato. Supuse que se tomarían su tiempo para prepararse. Al menos algunos de ustedes.
Eirena: Espera. No te vi entrar. ¿Cuándo llegaste?
Alice: Me escondí cuando esta loca comenzó a perseguirme. Preferí dedicar ese tiempo a descansar un poco en vez de correr.
Natasha: Tú...

En cuanto la arcanista hizo un movimiento sintió una leve brisa detrás suyo. No necesitó mirar para reconocer el movimiento del monje. Aunque ahora se sentía más preparada para enfrentarlo, decidió cobrarse luego, por lo que simplemente se dio la vuelta.

Alice: Ahora que recuerdo, como me interrumpieron no alcancé a entregar todas las raciones. Itzlacoliuhque, Coyolxauhqui, ésta es su parte.
Itzlacoliuhque: Agradecemos el gesto.
Coyolxauhqui: ¡Sí, comida! ¿Tienes también para mis perritos? ♥
Alice: ¿Tus mascotas comen también? Lo siento. No pude conseguir más. Los alimentos escasean en la ciudad.
Coyolxauhqui: Oh, ya veo. No importa... ¡Oh, un fruto seco! Natasha, ¿podrías hacerlo explotar como los otros?
Natasha: ¿Ah?
Gilgamesh: Ahí vamos de nuevo...
Alice: ¿Eso fue el ruido de explosiones y gritos? Ya me parecía que eras tú... aunque no imagino qué te podría haber hecho una fruta para que la hagas explotar.
Natasha: Hazte un favor y no preguntes, ¿quieres?
Alice: Por mí bien. Realmente dudo que quiera saber qué fue lo que sucedió.
Coyolxauhqui: ¡La chica de luz hizo llover fruta! Fue muy bonito. Nunca había visto algo así. Sólo había visto caer agua del cielo. Agua y cadáveres pestilentes.
Lyndon: ¿Una lluvia de cadáveres?
Alice: También dudo que quiera saber qué ocurrió en ese caso...

La cazadora cogió al vuelo una fruta que le había lanzado la hermetista. La quedó mirando como diciéndole «¿De dónde sacaste esto?» a lo que ella sonrió y le dijo «El motivo por el que comenzó la discusión». Alice no entendió del todo la respuesta, por lo que guardó el regalo, aludiendo que ya había comido y prefería disfrutarla luego.
La muchacha se dio vuelta y se dirigió hacia los portales, los cuales ya se veían algo más inestables dado el tiempo transcurrido, pero la arcanista la tomó de un brazo.

—¡Espera un momento! ¿Cómo eso de que a todos le entregas una ración y a mí no? Vale que sea delgaba y hermosa, pero también debo comer.
—¿Hm? Pensé que no te fiarías de algo que te diera yo.
—¡No te hagas! ¡Te lo querías dejar todo para tí, vaca hambrienta!

De un rápido movimiento la cazadora se sacó de encima el brazo de la arcanista a lo que ésta trató de coger una de las bolsas de ración del cinturón de su compañera. No obstante, al tomarla salió una gran araña de entre la capa que cubría la coraza de Alice. Dando un chillido, la arcanista se alejó de un salto al tiempo que lanzaba un proyectil arcano, que tanto la cazadora como el arácnido esquivaron.

Natasha: ¡¿Pero qué diablos hace esa araña ahí?!
Coyolxauhqui: ¡Oh, arañita! ¡Hacía tiempo que no te veía!
Alice: ¿Como estás? ¿Te asustó ese monstruo feo?
Natasha: ¡Sólo me pilló desprevenida!
Alice: Le hablaba a mi mascota.
Natasha: Maldita cerda...
Alice: ¿Y bien, Patitas? ¿Lista para partir?
Patitas: Krr, Krr.
Natasha: ¡Genial! Otra loca que habla con los animales.
Alice: Tú hablas sola y nadie te dice nada.
Natasha: ¡Ja! ¿Y no estás hablando conmigo ahora?
Alice: Entonces, Patitas, ¿quieres la ración o se la damos a la maga histérica?
Natasha: ¡Préstame atención cuando te hablo!
Patitas: ¿Krr?
Coyolxauhqui: Dice Patitas que compartas.
Alice: Jaja. Si tú lo dices.
Natasha: ¡Ya deja de ignorarme, chica-flecha!
Lyndon: ¿En verdad reíste, Alice?
Alice: ¿Hm? No lo creo.
Eirena: Sí lo hiciste, Alice. Jeje, tienes una linda sonrisa ♥
Alice: Oh... Bueno, princesita, ¿aún quieres la ración?
Lyndon: Hmm, y consiguió esquivar bien el tema...
Natasha: Hasta que te dignas a escucharme.
Alice: Bueno, ¿la quieres o no?
Natasha: ¿Y tú qué crees? ¡Pues, claro! ¿Por qué no la querría?
Alice: Pues, como estaba cerca de mi cinturón tiene unas cuantas telarañas. Supongo que Patitas tenía hambre.
Natasha: Ugh. Paso de comer algo que haya tocado ese bicho.
Alice: Como prefieras.

La arcanista se dio media vuelta para partir, pero el sonido de su estómago gruñendo hizo que se detuviera, avergonzada.

—Jaja, deja el orgullo y come algo, chica tonta —le dijo la cazadora, tirándole la bolsa.

La taumaturga se volteó lentamente, por lo que no le dio tiempo a reaccionar y la ración le cayó en la cabeza.

Natasha: ¡Argh! Ten más cuidado, idiota.
Alice: Te avisé antes de lanzarlo. Pensé que la cogerías.
Lyndon: Hmmm, esto es raro.
Eirena: ¿Qué cosa? ¿Qué Alice se haya reído?
Lyndon: Sí, y dos veces...
Kormac: Lo dices como si fuera algo malo. ¿A qué quieres llegar?
Coyolxauhqui: Sí, reírse hace bien. Por eso yo siempre estoy feliz.
Natasha: Tú estás más bien ida, ¿sabes?
Coyolxauhqui: ¿Hm? ¿Y adónde fui?
Natasha: Olvídalo.
Lyndon: Nuestra Alice nunca se reiría. ¡Eso es lo extraño!
Alice: Aún soy humana, por si no te has dado cuenta, Lyndon.
Natasha: En ocasiones no lo pareces.
Lyndon: Exacto. Debe ser un siervo de Belial disfrazado.
Gilgamesh: Ya me figurraba que saldrría con otrra tonterría.
Lyndon: Pudo haberse infiltrado cuando Naty la salió persiguiendo.
Kormac: ¿Qué es lo que estás tramando con toda esta farsa, truhán?
Alice: En serio, su estupidez está comenzando a enfermarme.
Itzlacoliuhque: ¿Qué es lo que propones, Lyndon?
Lyndon: Yo digo que debemos asegurarnos que sea la verdadera antes de partir. Y para eso creo que debería desnudarse.
Eirena: Ay, no de nuevo.
Kormac: ¡Tu impertinencia no tiene límites!
Gilgamesh: Y erra otrra estupidez...
Coyolxauhqui: ¿Desnudarse? ¡Yo me apunto!
Itzlacoliuhque: Hermana. No creo que él se refiera a ese ritual que crees.
Lyndon: No estaría mal verte a ti también, Cayo, pero volviendo a nuestra posible espía, yo recuerdo perfectamente las cicatrices que tenía en su espalda... aunque también debería observarla cuidadosamente de frente para estar seguro de que realmente es ella y...

La cazadora, sin decir una palabra, disparó un tiro enredante a los pies del truhán, a lo que éste respondió reventando una esfera en su bota, liberando una nube de humo. No obstante, de un rápido movimiento la cazadora se internó en la niebla y agarró a Lyndon de su camisa, azotándole la espalda contra uno de los vagones de la caravana. Se acercó hasta quedar cara a cara con él, tan cerca como para sentir su respiración. El truhán trató de evitar el contacto visual, pero Alice le tomó con firmeza de la barbilla para obligarle a verla a los ojos.

—Dices una estupidez más como esa, Lyndon, y te corto la cabeza, te arranco los ojos, te abro el vientre y te cuelgo a un árbol para que las aves coman de ti. ¿Te queda claro?
—Esteee... Sí. Es lo que diría ella. Definitivamente ésta es nuestra Alicita.
—¿Qué dijiste?
—¡Alice! Dije Alice.
—¡Suerte encontrando un árbol aquí! —rió Natasha.

La cazadora soltó un suspiro y agachó la cabeza un momento antes de soltar a Lyndon y volver donde los demás.

Por alguna razón, el ataque de furia la había agotado. No estaba muy segura del porqué. Quizás fuera debido a que estaba acostumbrada a usar el odio como su energía, y tener que deshacerse de él sin liberarlo en algún demonio o algo más la había hecho sentirse vacía de repente.
Un suave aleteo la sacó de sus pensamientos. Sonrió al ver a su cuervo volando hacia ella, aunque luego se quedó pensando: «Un momento. ¿Hawken se había quedado a las afueras de los acueductos? ¿En serio voló toda esa distancia hasta acá? ¡Rayos! Eso quiere decir que ya hemos perdido demasiado tiempo. Y que bastante agotado debe estar».
La cazadora puso el brazo para que su ave aterrizara y le dio unos trocitos de carne seca para que comiera. Luego, con el cuervo aún en su brazo, hizo señas a los demás para que partieran.

Alice: Ya hemos perdido bastante tiempo. ¡En marcha!
Natasha: Pues vaya decepción. Con lo cerca que estabas pensé que ibas a darle un besito al menos.
Alice: ¿Y por qué no se lo das tú? Seguro que Lyndon quedó algo conmocionado y querrá alguien que lo consuele.
Natasha: Nah, no soy tan cruel como para quitarte a la única persona que se ha fijado en ti.
Alice: A decir verdad, me harías un favor si te lo llevaras.
Natasha: Jaja. Pues mayor razón para no hacerlo.
Alice: Suponía que dirías algo así.
Natasha: ¿Entonces fue por eso que lo dijiste? ¿Para que se quedara?
Gilgamesh: ¡No continúen la discusión ustedes ahorra! ¿No dijiste que llevábamos rretrraso, Alice?
Alice: Lo hice. Muy bien. ¿Todos preparados? Nos vamos.
Coyolxauhqui: ¡Espera! Voy a revivir a mis mascotas.

De los restos de sus perros zombi la santera invocó otros nuevos. Se alegró al verlos con energía, moviendo con fuerza sus colas, aunque soltando pequeños restos cuando lo hacían.
Aún cuando dijo que «reviviría sus mascotas», la santera les puso nombres como si fuesen nuevos, aunque a fin de cuentas sí lo eran.

Coyolxauhqui: ¡Listo! Tú serás Tanwir, tú Chiku y tú... ¡Mmajida!
Natasha: Sigo preguntándome de dónde saca esos nombres...
Eirena: Quizás signifiquen algo para ella. ¿Tal vez?
Alice: ¿Pero en serio tantos nombres? ¿Cuántos perros ha perdido hasta ahora?
Gilgamesh: Y los que perrderrá luego.
Eirena: No digas eso, Gilgamesh.
Gilgamesh: Son rreanimados de carrne muerrta. Sabes que no durran mucho. Y segurro que ella también.
Itzlacoliuhque: Aunque así sea, Coyolxauhqui trata de cuidar lo más que puede de sus mascotas mientras sigan en este mundo. Por desgracia, también se encariña demasiado con ellas.
Eirena: Pero al menos se recupera rápido de las pérdidas.
Itzlacoliuhque: Sí, ha aprendido a hacerlo. Eso le permite continuar.
Natasha: Y aquí la chica-flecha con lo único que pudo salir para su asquerosa araña fue «Patitas», ¡Ja!
Alice: El nombre lo sugirió Eirena, ¿recuerdas?
Eirena: Lo siento, Alice.
Alice: No hay problema. Le pega bien Patitas. Tan sólo no prestes mucha atención a lo que diga la princesita, o te verás enredada en sus divagaciones.
Natasha: ¡Ja! El escapar a mi magnificencia es como escapar de la luz del sol.
Coyolxauhqui: Tan sólo te cubres bajo una palmera.
Alice: Exacto.
Natasha: Eso no quita que aún esté ahí.
Alice: Pero al menos no molesta tanto.
Eirena: Este... ¿Podemos irnos?
Alice: Claro. Si la princesita no tiene más objeciones.
Natasha: Bien, sirvientes. ¡Adelante! Los guiaré hacia la grandeza.
Alice: O hacia alguna trampa bastante obvia.
Natasha: Quien pisaba las trampas era Kormac, ¿recuerdas?
Alice: Él no las veía. Tú en cambio vas directo hacia ellas. Da la impresión que buscas caer en ellas a propósito.
Gilgamesh: ¡Suficiente, las dos!
Natasha: Vale, vale. Nos vemos al otro lado.
Coyolxauhqui: Hmmm, el hombre del abrigo parece estar algo desanimado.
Kormac: Sería mejor que lo dejáramos aquí.
Eirena: No digas eso. Alice, ¿qué tal si...?
Alice: Olvídalo. Es cosa suya si viene o no.
Eirena: Pero trata de hablar con él.
Natasha: Jeje. Ya lo hizo, Eirena. Y así fue cómo quedó.
Eirena: Pero...
Itzlacoliuhque: Eh, Lyndon. Es hora de partir.
Lyndon: Oh, sí. Bueno, ¿saben? Tengo que juntarme con unos amigos en Caldeum. Quedamos en que volvían en un rato... para cerrar ciertos negocios.
Natasha: Qué lástima. Suerte con tus «negocios». Bien, equipo, ¡Nos vamos!
Eirena: Pero Natasha...
Kormac: ¡Bien! Por fin estaremos tranquilos sin ese truhán causando problemas.
Eirena: ¡Kormac! ¿Por qué ustedes son tan insensibles?
Natasha: Cada uno tiene sus prioridades, Eirena. La mía es cubrirme de aún más gloria al derrotar a los Señores del Terror, la de ustedes ser mis fieles acompañantes, y la de Lyndon el conseguir riquezas. No es como si los Horadrim hubiesen dejado atrás algunos tesoros, ¿no es así?
Lyndon: ¿Tesoros? Hmm, tienen razón, muchachas. El combatir el origen del mal y todo eso en más importante que esos negocios. ¡Voy con ustedes!
Kormac: ¡Oh, no, por favor! Tan sólo quédate aquí.
Lyndon: No podría, viejo amigo. Estarían aburridísimos si no estuviera yo para levantar la moral. Además, seguro que podría empezar a robar a la gente y a los refugiados de Caldeum, y eso no te gustaría, ¿cierto? Así que es mejor que esté cerca para que recupere el oro... este... para que puedas enfocarte en la pelea sabiendo que no estoy robando. Sí. Eso mismo.
Alice: Tsk. Gracias, Natasha.
Natasha: Ahora me debes una, chica-flecha.
Alice: Más de un problema.
Natasha: Ya me lo agradecerás luego.
Alice: Sí, claro.

Uno a uno, los aventureros fueron entrando por los inestables portales azules. Casi con una explosión se cerraron al pasar el último dado el largo tiempo que estuvieron abiertos.
Dando una exhalación de desapruebo, Adria meneó la cabeza antes de continuar con el entrenamiento de Leah.

—Con todo el tiempo que se toman en descansar, Belial estará más que preparado para enfrentarnos cuando llegue el momento.
—Pero nosotros también estaremos preparados para ello, ¿no, madre?
—Hmph. Incluso Zoltun Kall hubiese podido crear otra piedra esencial negra en ese lapso de tiempo. Al parecer, esos mocosos no están conscientes de todo lo que está en juego con esta misión.
—No digas eso, madre. Los conozco desde hace un tiempo, y realmente se esfuerzan en hacer lo necesario para completar la tarea a realizar.
—Ojalá tengas razón, hija mía. Pero por las dudas, esfuérzate más en tu entrenamiento. Puede que al final seamos nosotras quienes tengamos que enfrentar a Belial si ellas fallan.
—¡No lo harán!
—Que así sea. Ahora, enfócate. Siente tu poder, acumúlalo en tus manos. Mantenlo ahí...
Haciendo las últimas preparaciones antes de partir.



Acto 0: Los comienzos


Acto 1: La Estrella Caída


Acto 2: Mentiras en el Desierto

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Diablo 3 y el mundo de Santuario pertenecen a Blizzard Entertainment. Los personajes son de mi autoría.
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