A fallout story Pt.43

—¿Sabes, Cross?
—¿Sí?
—Estaba pensando que si entramos a lo bestia pondremos en riesgo a los prisioneros.
—¿Entonces cómo piensas sacarlos?
—Creo que lo mejor sería comprarlos como esclavos.
—¡¿Te has vuelto loco?!
—Será la solución más rápida y segura. Quiero volver rápido.
—¿Y te parece bien seguir motivando sus actividades?
—Dijiste que de nada servía el dinero si no se gastaba. Y ésta es una buena razón.
—Eso lo dijiste tú. Y no me parece que pagarles sea la mejor opción. No te seguiré allí dentro.
—De acuerdo. De todos modos sería raro que un miembro de la Hermandad comprara esclavos. Mejor dame una armadura del Enclave.
—¿Del Enclave?
—Sí. Aún no quería usarlas, ya que no me otorga tanta fuerza, pero creo que será mejor usar una de éstas para la ocasión. Tanto por la fama del Enclave... como por si las cosas se ponen feas allí dentro.
—¿Estarás bien?
—Seguro. Pero si oyes tiros dentro entra a apoyarme. Estarán enfocados en mí, por lo que no deberías tener muchos problemas, pero por ahora espera aquí.

Me puse la nueva servoarmadura. Aunque ciertamente no me aumentaba tanto la fuerza como la anterior, sí me resultaba más fácil moverme y apuntar, además que era un poco más resistente. Avancé hasta la entrada.





—¡Alto ahí! —me gritó Grouse, el guardia de la puerta—. Nadie puede entrar en Paradise Falls si no es para hacer negocios de negreros. Y yo decido quién responde a esa categoría.
—¿Por qué no puedo subir?
—Hay dos tipos de personas en Paradise Falls: Esclavos y negreros. Si no estás interesado en convertirte en esclavo, lárgate.

Ya me estaba pareciendo más fácil entrar a balazos, pero aún quedaba el riesgo en el que se encontraban los esclavos.

—Todos tenemos un precio. ¿Cuánto vales tú?
—Tal vez podamos pensar en algo, pero no será barato. Si respondo por tí y luego vas y la lías, se me caerá el pelo.
—Bueno, no tienes mucho de todos modos...
—Un comentario más así y te hago morder el polvo aquí mismo.
—Vale, ¿Cuánto era a fin de cuentas?
—Creo que con 500 chapas debería bastar. ¿Qué dices?

Esto me saldría más caro de lo que pensaba... pero en fin. Tenía bastante efectivo.

—Toma tus 500 chapas. ¿Puedo entrar ya?
—Gracias. Es un placer hacer negocios contigo. Disfruta de tu visita a Paradise Falls. Un consejo por tu bien: no hagas el capullo; aquí no dan segundas oportunidades.

Al poco de entrar, un esclavo llamado Carter vino corriendo en un intento de escapar, pero antes de llegar donde mí su cabeza explotó. No hubo ruido de disparos ni nada. Tan sólo el cuerpo se convulsionó un poco antes de caer.





Cerca había un negrero llamado Cuarenta. Me dirigí donde él. Tenía curiosidad por lo que había sucedido.





—¿Qué coño miras, eh?
—¿Qué diablos hiciste para que le estallara la cabeza a ese tipo?
—Fue él. El tonto de los cojones debería haber sabido que el collarín explotaría. Ahora alguien tendrá que limpiar toda esa porquería.

Así que de este modo mantenían tranquilos a los esclavos. Eso hacía un rescate aún más riesgoso. Fácilmente alguien podría activar todos los collares antes siquiera yo pudiera dar un tiro.
Cerca de Cuarenta había un niño, que resultó ser Sammy. Me rogó por ayuda.





Lo ignoré. Por ahora era mejor no levantar sospechas, así que entré al edificio de Paradise Falls.
Al menos parecía un edificio desde fuera, ya que al estar dentro comprobé que prácticamente no existía techo y sólo quedaban unos cuantos... ¿locales? en pie. Había una gran cantidad de negreros, bien armados. Un ataque frontal hubiese sido bastante riesgoso... aunque podría resultar divertido si trajera armas más pesadas... quizás la ametralladora, el lanzacohetes... o incluso el Gordo. Pero por ahora me importaba más sacar a los niños de aquí y comprobar el lugar por si luego veníamos a limpiarlo y a liberar a los que queden.
Al costado izquierdo habían instalado un almacén de armas, el cual era atendido por un esclavo llamado Pronto. No tenía muchos objetos y se quejaba de que los esclavistas se quedaban con lo mejor. El toque irónico en el lugar lo ponía un esqueleto con un gorro de fiesta encerrado en una jaula de metal.





En los barracones del negrero encontré un mono del refugio 77 junto a una holocinta que decía algo sobre quemarlo, ya que su dueño podría volver. A la derecha estaba la enfermería. La atendía una tal Cutter. Más adelante había una especie de bar, donde un negrero llamado Ymir estaba discutiendo con el camarero. Al final el negrero terminó la discusión asestándole un martillazo en la cabeza al pobre, reventándosela.





Casi al otro extremo de la puerta principal se encontraban los prisioneros. Estaban todos juntos, así que me ahorraría la necesidad de buscarlos por todos lados en caso de rescate. Bien, ya era hora de sacar a los niños.
Entré al Kelly de Eulogy y al poco de andar me topé con el dueño.





—Tú debes de ser nuestro posible cliente. Espero que en Paradise Falls puedas satisfacer tus necesidades. No juzgamos a nadie ni presuponemos nada. Entendemos que el mundo es duro y que uno hace lo que tiene que hacer para sobrevivir. ¿Te interesaba algo en concreto?
—Tienes varios críos ahí fuera. Los quiero.
—¿Sí? ¡Cojonudo! Te vendrán bien, creo. Tienen mucha energía. Ahora vienen genial para trabajos pequeños y en el futuro soportarán cargas más pesadas. Estoy seguro de que podemos llegar a un acuerdo razonable, algo económico.
—Genial, hablemos de precios.
—Para empezar se me ocurre que 500 chapas por cada uno de los pequeños... Sammy y Pe, creo que se llaman. En cuanto al otro, Ardilla... ese crío tiene talento. 500 sería un pecado. Te lo dejo por 1000 chapas, es decir, 2000 chapas por los tres.
—2000 es un poco abusivo. Llevará tiempo antes de que puedan hacer los trabajos que requiero. 1200 por los tres sería una oferta más razonable.
—Supongo que no es mala oferta. Ordenaré que te los dejen en la puerta delantera. Y si me permites el consejo, no les quites el ojo de encima. A veces se ponen muy tercos. Buena suerte.

En fin, resultó más fácil de lo que creí... aunque quizás un poco más caro. Si no le hubiese tenido que pagar esas chapas al de la entrada, estaría bien. Pero bueno, quizás luego venga a recuperar lo mío. Por ahora lo mejor era salir rápido de aquí.
Me dirigí hacia la entrada y ya tenían a los niños ahí. Tomé del brazo a Sammy.

—Pero, ¿Qué coño...? ¡No vamos a ningún sitio contigo! ¡No somos de tu propiedad!
—Shhh, me envía MacCready. Vengo a rescatarte.
—Joder. ¿Por qué no lo dijiste antes? Venga, pongámonos en marcha antes de que cambien de opinión. No me gusta la forma en que ese frijol me mira.

Caminamos y pasamos a los guardias. Ya estábamos fuera de Paradise Falls.

—Bueno, supongo que ya está. Gracias por sacarnos de allí, frijol. Nos volvemos a casa. Si alguna vez pasas por allí, pásate a saludar. Le diré al alcalde que no te dispare, ¿de acuerdo?





Y diciendo eso, salió corriendo. Cross vino caminando al verlos.

—Veo que pudiste sacarlos.
—Sí, pero no servirá de nada si mueren en el camino, vamos. Tenemos que seguirlos.
—¿Y? ¿Te salió muy caro?
—Más o menos. Preferiría no hablar de eso. Como que me arrepiento un poco de hacer esto por la vía rápida.
—Quizás hubiese sido mejor la expeditiva.
—Sí, o alguna sigilosa. De todos modos nos faltaba poder de fuego para la primera y no somos muy sutiles para la segunda, así que la escogida fue la más apropiada.
—Corren rápido. Parece que no les afectó mucho el encierro.
—Así es. Deben ser las ganas de volver. No les perdamos de vista.